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El cuadro de la legión

por Margarita M. Martin

Hace ya treinta años que una íntima amiga me dio la hojita de la oración legionaria y que me hice miembro auxiliar.

No había vez que rezase esas oraciones, que no me intrigase el recuadro reproducido en la primera página. ¿Qué significaba? Y no se me ocurría preguntarlo a nadie. Sin embargo, la Virgen, que es toda atenciones, me guió a la verdadera fuente de la noticia. Y lo hizo de un modo maravilloso. He aquí cómo sucedió.

Un día presté el libro de Cecilia Hallack, titulado La Legión de María, a una tía de mi marido, llamada Nora. Confieso que me sorprendí mucho al leer lo siguiente en las palabras con que, al devolvérmelo, me expresaba su agradecimiento: «Ha sido para mí muy interesante y sorprendente leer cómo se ha difundido esta devoción y cuánto bien ha hecho. Mi primo Huberto McGoldrick, que pintó el cuadro de la Legión, estará muy contento de haber participado en su fundación.» Tía Nora, que ahora tiene 93 años, es miembro auxiliar. Las circunstancias me habían conducido a la solución de lo que había constituido mi intriga. ¡Resulta que yo era pariente lejana del artista!

Le escribí al Sr. Frank Duff y le pedí información sobre Huberto McGoldrick y su cuadro de la Legión. Su respuesta detallada me llenó de gozo. Me comunicaba que él había sido amigo de Luisita y de Mary McGoldrick, hermanas del pintor, y que por eso había llegado a conocer a Huberto. Este gozaba ya entonces de reputación como artista en vidrieras. Al percatarse de que se precisaba una imagen como emblema de la Legión, el Sr. Duff deliberó sobre el asunto con Huberto. El resultado de aquellos coloquios fue el original de la imagen que ahora aparece en la hojita, o Tessera, de las oraciones de la Legión, y en la portada del Manual. Al tiempo de realizarlo, Huberto estaba muy lejos de imaginar la vasta difusión que iba a alcanzar la Legión y el elevado número de legionarios que iban a conocer su bonito cuadro.

El Sr. Duff me señalaba que el Manual (en las páginas 169-172) ofrece una explicación estupenda del cuadro de la Legión, y me dio permiso para citarla. Los legionarios activos y auxiliares que están familiarizados con el cuadro y saben qué representa no necesitan ninguna aclaración; pero para aquellos que han recitado las oraciones y han contemplado la imagen, como yo lo hice tantos años, sin entender su significado, la descripción les resultará, sin duda, de gran interés.
Significado del cuadro

«El dibujo en su conjunto reproduce el esquema del Vexillum. En el cuadro se translucen las oraciones legionarias. Las preparatorias —que comprenden la Invocación y la Oración al Espíritu Santo y el Rosario— están simbolizadas por la paloma que cubre a María con su sombra, inundándola de luz y del fuego de su amor. Con estas oraciones honra la Legión el momento céntrico de todos los tiempos, en el cual María, dando su consentimiento a la Encarnación, mereció ser Madre de Dios y juntamente Madre de la Divina Gracia; y por eso, los legionarios, sus hijos, se unen estrechamente a ella mediante el Rosario, llevando impresos en el corazón las palabras de Pío IX: ‘Si tuviera un ejército que rezase el Rosario, conquistaría el mundo.’

«También se hace alusión a Pentecostés, donde María fue el acueducto de las gracias derramadas por el Divino Espíritu para formar el Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia, y donde por Ella se encendió el fuego apostólico destinado a renovar la faz de la tierra. ‘Era su poderosísima intercesión la que obtuvo para la Iglesia naciente aquel prodigioso derramamiento del Espíritu del divino Redentor’ (Pío XII). Sin ella ese fuego no se encendería en los corazones.

Huberto McGoldrick

La Catena

«La Catena, en su sentido material, constituye el borde del cuadro. La Antífona está representada, con mucho acierto, por la figura de María ‘que va subiendo cual aurora naciente, bella como la luna, brillante como el sol, terrible como un ejército formado en batalla’; y en su frente una estrella, para significar que Ella es el verdadero Lucero de la mañana, bañado desde el primer instante de su ser en los fulgores de la gracia redentora, y anunciando la alborada de nuestra salud.

«El Magníficat está representado por el primer versículo —la idea que predominó siempre en la mente de María—, escrito en caracteres de fuego circundando la cabeza de la Virgen.

«El versículo y responsorio —de la Fiesta de la Inmaculada Concepción, la principal devoción legionaria— están gráficamente expresados por la actitud de María aplastando la cabeza a la Serpiente infernal y por estas palabras engarzadas en la cadena del borde: Pondré enemistades entre ti y la Mujer, entre tu descendencia y la suya; Ella quebrantará tu cabeza (Génesis III, 15). El cuadro demuestra estas luchas perpetuas entre María y la Serpiente, entre los hijos de Aquélla y la raza maldita de ésta, entre la Legión y las fuerzas del mal que huyen a la desbandada, derrotadas.

El Espíritu Santo

«En lo alto del cuadro queda representado, en forma de Paloma, el Espíritu Santo, dispensador de todo bien; debajo, el globo terráqueo, rodeado por buenos y malos, simboliza el mundo de las almas; entre unos y otros María, llena de gracia, toda encendida en caridad, la Mediadora y Dispensadora Universal de todas las gracias.

Ella quiere enriquecer a todos los hombres; pero, en particular, a aquellos que con más verdad se muestren hijos suyos, reclinándose sobre el Corazón de Jesús, a ejemplo de San Juan, y recibiéndola a Ella por Madre. Y esta Maternidad Universal de María, proclamada entre las inconcebibles angustias del Calvario, está expresada por las palabras eslabonadas en el extremo inferior del borde: Mujer, ahí tienes a tu hijo; ahí tienes a tu madre.

«Las oraciones finales se reflejan en todo el cuadro. La Legión es esa hueste innumerable que avanza en orden de batalla, acaudillada por su Reina, y que lleva sus insignias: el crucifijo en la mano derecha; en la izquierda el rosario; los sagrados Nombres de Jesús y María en el corazón, la modestia y mortificación en su porte (San Luis María de Montfort). De sus labios brota ferviente súplica en demanda de una fe que sobrenaturalice cada impulso y acción de su vida, y les dé valor para atreverse a todo en el servicio de Cristo Rey; fe —simbolizada por la Columna de Fuego— que funda en uno solo los corazones de todos los Legionarios, y les guíe a la victoria y a la Tierra de Promisión eterna, irradiando a su avance las llamas del Divino Amor. La Columna es María, que con su fe salvó al mundo: Bendita tú que has creído —se lee en el borde—. Y ahora, por entre espesas tinieblas, María conduce con paso seguro a aquellos que la bendicen, hasta que sobre ellos descienda a raudales la gloria del Señor.

«Las preces terminan elevándonos en espíritu hasta el acto de pasar lista en la eternidad donde, sin faltar ni uno solo, rogamos que se vuelvan a juntar todos los Legionarios leales para recibir el galardón de una gloria sin fin.»

El Sr. Duff me advertía que, si se mira hacia la esquina izquierda de la parte baja del cuadro, se ve una figura en ademán de agarrar una bola que lleva las iniciales de Huberto McGoldrick.

La Sra. J. Gaynor, de Dublín, sobrina del Sr. McGoldrick, ha tenido la amabilidad de enviarme esta interesante información sobre su tío Huberto.

Nació —según me dice— el año 1897 en Dublín. Era miembro de una familia de nueve hijos: cinco mujeres y cuatro varones. Dos de aquéllas se hicieron religiosas maristas. Huberto murió en Noviembre de 1967, en una Residencia de Ancianos de Dublín.

La carrera del Sr. McGoldrick se inició en la época de aquella especie de «boom» que experimentó el arte de las vidrieras. Los fundamentos de la técnica de la vidriera los adquirió en los talleres de los Sres. Early & Co. Luego trabajó en el Taller Irlandés de Vidrieras, en Tur Gloine, con los señores A.E. Child, de Inglaterra, y Miguel Healy.

La estupenda obra de McGoldrick está diseminada por toda Irlanda en lugares tan apartados como la iglesia de San Antonio de Clontarf y la de Shandon, en Cork, y desde Arizona hasta Auckland, en el extranjero. En 1928 se enviaron ocho vidrieras suyas a Boston, dos de las cuales he visto personalmente en el Colegio para externos «Sagrado Corazón», en Newton, Massachusetts. La vidriera del rosetón, obra de Huberto, se halla directamente sobre el altar principal de la capilla.

Huberto McGoldrick, asimismo, se hizo famoso por el vía crucis que realizó para la iglesia de Westport, en el Condado de Mayo. La ceremonia inaugural fue llevada a cabo por el Arzobispo de Tuam, Su Excelencia Mons. Gilmartin.

Mairin Alien escribía en Father Mathew Record: «En la obra de un artista hay tanto de su espíritu y personalidad, que la simple enumeración de influjos anteriores, proceso formativo, etc., no basta para indicar en qué se caracteriza. Tal es el caso de Huberto McGoldrick, que hizo suyo el espíritu del arte sacro medieval.

«Lo mejor de la obra de McGoldrick es, sin duda, la belleza del color, la seguridad y sencillez del diseño, la delicadeza y el sentimiento religioso, y una energía reposada y serena.»

No es de extrañar que al mundo cristiano le haya impresionado tanto «la belleza singular e inspiración pictórica» del cuadro de la Legión de María, que Huberto McGoldrick nos ha regalado, y que también expresa «el aspecto religioso de la Legión».